Ese mismo día, a pesar de la nubes que aún cubrían el pueblo, con ansias de poder contemplar in situ la naturaleza que se divisaba en la lejanía, desde los miradores, decidimos partir por la tarde, sacrificando mi deseada siesta, en pos del sendero de la Garganta de Puerto Oscuro, que, como ya mencioné en la primera parte, se trata de una ruta fácil que rodea la Laguna del Picacho y se topa con el río del mismo nombre, en pleno Parque de los Alconorcales. No sé si fué el hecho de llevar durante todo el trayecto a Timy, con sus 5 kilos, o que el sendero estuviera aún húmedo por las recientes lluvias, pero se nos antojó más difícil de lo que habíamos pensado. Sin embargo, el esfuerzo mereció la pena...la naturaleza en su estado más puro, apenas mostraba rastro de la huella humana. Solo el sendero estrecho y las señales en él delataban la presencia de las personas. Por lo demás, la vegetación y las plantas reinaban en aquella zona: acebuches, alcornoques, sobre todo, y por fin,el tesoro más deseado por nosotros, el quejigo o roble andaluz. Escaso pero hermoso, con sus hojas doradas,vimos uno que indicaba el principio del camino...
Por lo demás, el recorrido de la ruta tuvo lugar sin problemas graves, salvo un resbalón causado por el musgo de una roca, o mi osadía por acercarme al río para poder escuchar el correr del agua y hacer alguna fotografía más cercana, que hizo que metiera el pie en la corriente.
No sabemos porqué motivo, pero no completamoa la ruta y decidimos volver a terminarla, adentrándonos en un sendero desconocido. Tras un rato caminando optamos por volver al sendero original, gracias a la ayuda de elementos que nos hizo recordar el camino.
Pasó la noche y llegó el domingo, con una mejoría climatológica, que permitió que pudieramos visitar el Jardín Botánico El Aljibe, en las afueras de la localidad. Un lugar interesante, puesto que alberga todas las especies botánicas que se pueden hallar en el Parque de los Alconorcales. Un jardín joven pero que, con el paso del tiempo, se tornará en un edén, y que sirve para mostrar al viajero la diversidad del lugar.
En definitiva, ha sido una experiencia más que gratificante para los sentidos y el alma, a pesar de las adversidades climatológicas. Un viaje que, pretendemos, será la primera parte de otros por venir.
